Me imagino contigo, desnudos, reposando después de un ardiente polvo.
Me imagino un rato de conversación, una copa, algunas caricias, alguna risa.
Imagino como comenzamos a hablar de sexo, de gustos, de experiencias, de qué nos excita, y me imagino excitándome poco a poco.
Imagino tu pregunta: ¿qué te gustaría hacer conmigo que no hayas hecho nunca?
No tengo que imaginar la respuesta. Me encantaría excitarte con mis labios y mi lengua, lamer tu sexo y tu culo. Humedecerlo y follarlo con mis dedos. Lubricarlo con ese magnífico gel que me acabas de contar. Volver a penetrarlo con mis dedos, preparándolo, mientras tus dedos y mi otra mano masajean tu clítoris. Te imagino con las nalgas abiertas, expectante, invitándome al manjar que más deseo.
Imagino tu mano en mi polla, agarrándola y dirigiéndola despacio hacia tu entrada.
Imagino como te la hundes desapacio, a tu ritmo, poco a poco, entre mis jadeos y tus gemidos.
Imagino agrazándote desde atrás, moviéndonos despacio, acariciando tu sexo, tus tetas, tu cabeza girada buscando mis labios, nuestras lenguas enredadas entre suspiros mientras mi polla siente que tus entrañas le dan el más dulce de los abrazos.
Imagino corriéndonos así abrazados, desparramándome en tu culo, casi desmayándome.
Imagino que me das el regalo que tanto tiempo llevo esperando.