Imagino tu olor. Los diversos olores de tu cuerpo. El de tu pelo a melocotón. El casi imperceptible de tu piel. El de tu sexo que me espera.
Imagino tus caricias. Y las mias.
Imagino tus labios recorriéndome, saboreándome.
Imagino mi cuerpo pegado al tuyo.
Imagino penetrarte.
Imagino, pero hay algo mejor que imaginar: Recordar.
