Un café con A
“He quedado con A en su casa para tomar un café, ¿te vienes?”
No lo dudo un segundo. Termino cuatro asuntos en la oficina y salgo hacia la dirección que me acabas de enviar en un mensaje.
Llamo a la puerta y me abre A, me da dos besos, me toma de la mano y
me lleva hacia el salón. Tu te levantas del sofá, y mientras nuestra
amiga trae las cosas de la cocina, tu me das un beso, uno de esos largos
y húmedos que me encantan y me excitan. Al separarte me
susurras “tenía ganas de verte”.
A se sienta en el sofá, tu te acomodas junto a ella y yo en un sillón
frente a vosotras. Las dos estáis preciosas: tu llevas una falda larga y
una blusa clara, y A un vestido corto, de esos cómodos para ir por
casa.
Preparamos el café, y comenzamos a charlar de asuntos banales:
trabajo, el día a día, la casa… pero tras unos minutos, y después de
aquella tarde de compras, la conversación viró a lo vivido aquel día.
Mantenemos la compostura, pero a los tres nos excitan la conversación
y los recuerdos: reconozco tu mirada excitada, A ser revuelve
nerviosa en el sofá y a mi pronto me va a resultar complicado disimular
el bulto en mi pantalón.
– “Fue delicioso” os comento.
– “¡sí! ¡Mucho!”, me contestas, “pero ¿qué es lo que más te gustó?”.
Me planteo contestar a la gallega con un “¿y a vosotras?”,
pero me quedo pensando unos instantes antes de contestar. Las dos me
miráis curiosas, tu mordiéndote un labio, te incorporas un poco y te
acercas a A mientras esperáis mi respuesta.
– “Me gustó cada minuto, pero me pareció muy morboso veos interaccionar a vosotras dos”.
Os miráis y os echáis a reír, A se acerca a ti y pasa un brazo sobre tus hombros mientras me dice:
– “Así que te gustó ver a tu chica con otra mujer, ¿no?”
Asiento con la cabeza mientras contesto:
– “¿como no me iba a gustar ver a dos bellezas como vosotras juntas?
Es un verdadero regalo poder disfrutar de semejante visión”.
– “Pues si ella quiere…” contesta A traviesa posando la otra mano en tu rodilla.
Tu y yo nos miramos. Pareces un poco sorprendida pero excitada. Sin dejar de observarte, contesto:
– “Si tu quieres, me encantaría”.
Tu ríes nerviosa, y me contestas:
– “Uffff… pero, ¿nos ayudarás un poco? Quiero saber qué deseas que hagamos”.
– “De momento yo me quedo observando, pero ya tardas en besar a A… el resto ya irá surgiendo”
Te giras hacia A, que te mira expectante y aprovecha la mano que
tiene sobre tu hombro para acercarte a ella. Sin titubear, te besa;
respondes abriendo tus labios y acogiendo el roce de su lengua en ellos.
Os abandonáis a un beso largo, mientras vuestras manos comienzan a
explorar: la tuya se acerca a su vientre y asciende hacia los pechos,
tímidamente, acariciándolos por encima de la tela del vestido, mientras
la de ella, busca el contacto con la piel de tu pierna y comienza a
recorrer tu muslo, exponiéndolo poco a poco.
Permanezco quieto, mirando. Es deliciosamente excitante observar
vuestros movimientos. Vuestras caricias van tomando un cariz cada vez
más excitante, buscando el contacto con la piel bajo la falda, bajo su
vestido…
– “Podríais ir quitando obstáculos” os sugiero.
Te giras hacia mi con mirada pícara y me contestas algo que me excita aún más:
– “Sabes que te deseo y no te vas a librar, al menos de mi, cuando termine con A”.
Sé que te excita tremendamente el que te esté mirando. Disfrutas de A
para ti y para mi, dejándote llevar por una situación que es muy
excitante para los dos… para los tres.
Te incorporas y te quitas la falda bajo nuestra atenta mirada. No
pierdes mucho tiempo: dejas caer tu braguita, desabrochas tu blusa y tu
sostén, y te quedas completamente desnuda para nosotros. A parece
ansiosa por seguir besándote: te sujeta para que te sientes en el sofá,
besa tus labios de nuevo y comienza a recorrer tu cuello con los suyos,
bajando en búsqueda de tus pechos. Por un momento siento envidia cuando
sujeta tus pezones entre sus dientes y juega con ellos con su lengua
mientras con su mano busca el calor de tus muslos y la humedad que se
adivina en tu entrepierna.
Ahora es ella la que se levanta, se quita el vestido y queda desnuda
ante ti. Mientras, recostada en el sofá, acaricias con una mano tus
pechos y con la otra juegas con la humedad de tu sexo. Con A ya desnuda,
tomas su mano y la diriges para que se siente a horcajadas sobre ti.
Ahora eres tu la que tiene sus pechos a la altura de los labios y
dedicas un buen rato a lamerlos, besarlos, morderlos. Ella responde
echando la cabeza hacia atrás y acelerando la respiración mientras
sujeta los tuyos en sus manos, pellizcándolos suavemente. Tus manos
recorren sus nalgas, las separan, y recorres descarada el surco entre
ellas buscando desde atrás pliegues con los que ir jugando.
Mi excitación acompaña a la vuestra. Me está empezando a resultar
molesta la opresión de mi polla dentro del pantalón, y poco a poco, sin
apartar ni un segundo la mirada de vosotras, voy quitándome ropa
mientras vosotras seguís absortas en vuestros juegos, cada vez más
entregadas a vuestro placer.
Me vuelvo a acomodar en el sofá, ya desnudo. Mi verga está dura, y
cuando mi mano comienza a acariciarla, A se levanta, te coge las piernas
y te tumba en el sofá para acomodarse entre ellas. Acaricia tus
muslos. Tú la miras pícara y lames tus dedos húmedos y llenos de sabor a
su sexo, momento en el que ella se lanza a tu clítoris, excitada y
sedienta de ti.
Mi glande húmedo tiembla bajo la caricia de mi mano a la par que tus
sexo abierto acoge las caricias de la lengua de A. La observo subir,
bajar, explorar, allí hundida mientras sus manos no dejan de acariciar
tu vientre y tus pechos, y tu cara y jadeos delatan lo delicioso de las
sensaciones que te transmite.
Entre gemidos intuímos tu primer orgasmo, pero ella sigue allí, sin
dejar de lamerte. Los dos sabemos que puedes y deseas más, mucho más.
Coges la mano de A que está en tus pezones, te incorporas un poco y
comienzas a lamer sus dedos. Los lames, los introduces en tu boca, los
chupas. Quieres algo más, y cuando la sueltas, A sabe qué tiene que
hacer: esa mano va directa hacia tu vagina, y los dedos húmedos
comienzan a explorar su interior, acompasando los movimientos con los de
su boca.
Me incorporo un momento entre dos orgasmos tuyos, y me acerco a
besarte, lo necesito. Intentas tocarme pero no te dejo. Sólo quiero que
disfrutes. Agachado junto al sofá, besándote, A acelera los
movimientos de sus dedos y lengua, te siento comenzar a temblar y
explotast en uno de esos orgasmos largos e intensos que te dejan por
unos instantes agotada.
Nos quedamos los dos mirándote, nos sonríes, me miras y te digo:
– “A creo que se merece lo mejor de ti”.
Vuelvo a sentarme en el sofá, con un ademán me señalas tu bolso casi a
la vez que te incorporas y te lanzas a besarla. Lames su cara llena de
tu humedad, y ahora, la tumbas y le devuelves las atenciones que ella
te dió. Estás ya entre las piernas de A, la devoras y saboreas una
excitación intensa que hace que inmediatamente comience a jadear. Sigo
masturbándome despacio, saboreando mi placer y el vuestro, si quitar ojo
de la deliciosa escena.
A no tarda en correrse, asciendes besando su vientre, juegas con sus
pezones en tu boca, os besáis, y vas deshaciendo el camino de nuevo
hacia su sexo, donde vuelves a desencadenar jadeos y movimientos de
placer en ella.
Recuerdo tu bolso y me acerco a el, lo abro y, tal como me suponía,
allí tienes alguno de tus juguetes. Rebusco un poco y encuentro tu
plug. Al verte así agachada entre las piernas de A, el culete en pompa,
no lo dudo. Tomo un poco de lubricante y me coloco detrás tuyo.
Comienzo a recorrer con mi lengua el surco entre tus nalgas, y paro en
tu delicioso ano unos instantes. Luego aplico un poco de lubricante en
la entrada y con un dedo compruebo que estás dispuesta a aceptar la
entrada de algo mayor, así que lubrico un poco más el plug y lo
introduzco despacio, poco a poco, hasta que queda perfectamente encajado
en ti.
Vuelvo a retirarme, empalmado. Te noto más agitada: te ha excitado
más mi incursión. Pero voy de nuevo al bolso y saco tu arnés doble,
pero me espero al incipiente orgasmo de A, no quiero interrumpir nada
ahora.
Vuelvo al sofá, me siento con el arnés en una mano, mientras con la
otra vuelvo a acariciar mi capullo, cada vez más tenso y húmedo. En ese
momento A estalla en otro orgasmo, de esos intensos y deliciosos que la
dejan tumbada jadeando, sudorosa, plena.
Vuelves a ascender, y la besas. Os giráis hacia mi. Os observo sin
dejar de acariciarme, masturbándome despacio, y estiro la mano con el
arnés y os sugiero:
-”¿Jugáis un poquito más?”
A se levanta como puede, da un brinco y toma el arnés de mi mano, te mira pícara y te pregunta:
-”¿puedo?”
Asientes con la cabeza, riendo, y A comienza a ajustarse el arnés:
una pierna, otra, y la parte que encaja en su vagina comienza a
introducirsela despacio, mirándonos con cara viciosilla, y jugando un
poco a introducirlo y sacarlo, follándose para nosotros que miramos
embobados.
-”¿Como quieres que la folle?” me pregunta A
-”Túmbate, quiero verla a ella encima moverse sobre ti”
A se tumba, y tu, encima de ella, comienzas a penetrarte conlala
reluciente polla de plástico que sobresale de ella. Poco a poco te
llenas, y comenzáis a moveos, despacio primero, pero conforme os invaden
las sensaciones, la velocidad va en aumento.
A mueve sus caderas y tu cabalgas cada vez más enloquecida por la
situación y el placer. Yo no puedo dejar de mirar y de masturbarme
mientras os siento jadear, gemir. Tus dedos buscan tu clítoris y te
estimulas mientras que la presión del juguete en el de A hace que los
gemidos se vayan transformando en gritos cada vez menos disimulados.
Observo, me acaricio, y me da la sensación de que se os suceden los
orgasmos a una y a otra, mientras vuestros cuerpos sudorosos tiemblan de
placer y morbo, hasta que vuestros gemidos delatan un orgasmo final que
os deja agotadas, vuestros cuerpos todavía fusionados por el arnés,
convulsionando levemente de placer.
En otras circunstancias, haría rato que me habría corrido, pero
quería ver toda la escena antes de dejarme llevar. Cuando os volvéis a
mirarme, recostado en mi sillón, acelero ligeramente el movimiento de mi
mano, aumento un poco la presión en mi resbaladizo glande, y exploto en
un orgasmo que llena mi vientre de semen y mi cuerpo de placer.
Os levantáis, y os acercáis a lamer mi piel. Con la boca llena de
sabor al sexo de A y a mi semen, me besas. Luego me besa A mientras nos
levantamos y esta vez nos recostamos los 3 en el sofá.
-”¿os ha gustado?” les pregunto.
-”Sí, pero aún queda tarde…. y no vas a quedarte todo el rato mirando” me contesta A.
Y mientras ella se va a preparar algo de comer, tu y yo nos quedamos descansando abrazados en el sofá.