No era un sueño
Cierro y abro los ojos y afortunadamente no estoy soñando: tu mano acariciándome, el sabor de vuestros besos en mis labios y la visión de vosotras dos me dice que es todo muy real…
Intentando no interrumpir para seguir disfrutando de las vistas que me regaláis, me despojo como puedo de mi ropa. Tú, ya desnuda, vas subiendo el vestido de A hasta quitárselo por la cabeza, tus manos buscan el cierre de su sostén, y cuando consigues deshacerte de el, mientras tus labios se acercan a sus pezones, tus dedos comienzan a rozar su sexo por encima de la braguita, pero por poco tiempo, porque es ella la que se despoja de la misma para dejártelo totalmente accesible a tus caricias.
No estamos fantaseando como otras tantas veces. Ahora nos dejamos llevar por nuestros deseos, libremente, juntos, disfrutando de una situación que los dos deseábamos desde hace tiempo.
Yo decido mantenerme unos instantes al margen: prefiero ser espectador por un rato más. Las dos estáis frente a mi, desnudas, os besáis, os acariciáis, jugáis con vuestros pechos, y veo tu mano perderse en la entrepierna de A, mientras ella agarra tus nalgas para pegarse más a ti…
Espectador, pero excitado, totalmente erecto, mi mano acaricia mi pene totalmente erecto, absorto, hasta que os volvéis las dos a mi, y con una mirada deliciosa y pícara, acercáis vuestras bocas hacia mi glande brillante y húmedo.
Es complicado describir todo lo que estamos viviendo, todas las sensaciones, todas las situaciones.
Siento vuestras bocas recorriéndome, tus manos agarrando mis testículos antes de dedicarte a ellos con tu lengua, momento en que me tumbas en la cama, y dejas que A siga devorándome. Te retiras un poco, te acercas a mi oído y me susurras: “me encanta verte gozar”. En ese momento me abandono totalmente al placer, y tú, sabiendo lo que me gusta, vuelves a mi entrepierna y comienzas a recorrer mi perineo con tu lengua, buscando descarada mi ano, dispuesta a explorar toda fuente de placer.
Te dejo hacer mientras sus dedos juegan en el sexo de A y se hunden en su vagina. Ella jadea con tus caricias, te incorporas, y le susurras algo al oído. Las dos me miráis, sonreís, y entonces A se coloca a horcajadas sobre mí, tú agarras mi verga y la diriges hacia su entrada.
Ella, poco a poco, empieza a clavársela y a moverse sobre mí, mientras tú desde atrás besas su cuello y estimulas su clítoris con una de tus manos.
Me miras a los ojos, y por tu mirada sé que la situación te parece muy excitante. Nos dices “me encanta veos follar”, y te retiras un poco, tomando perspectiva, y comienzas a masturbarte justo cuando A me voltea y quedo sobre ella, penetrándola, entrando y saliendo, viendo asentimiento en tu mirada, con cada uno de mis movimientos.
¿Te imaginas como me siento contigo, mi Reina, excitada perdida, mientras tu amiga se retuerce con mi polla clavada en ella?. Son de esas imágenes que no olvidaré en la vida, así como los orgasmos que os invaden primero a ti, luego a A, que os dejan casi temblando.
Temblando pero se que tienes ganas de un más…
Y esta vez, tiemblas como nunca: A y yo, entre los dos, te arrancamos un orgasmo que te deja exhausta, jadeando, riendo, lacrimando, mojada.
Te recuperas, abrazada a A, y te colocas entre sus piernas. Verte allí, tu, lamiéndola ahora, estimulándola, disfrutando de su clítoris entre tus labios, aumenta aún más mi excitación. Me sitúo junto a la cabeza de ella, y os observo… mi mano acaricia mi glande excitado y hambriento de un orgasmo que desea, que necesita. Tú me miras, te gusta verme acariciarme. A está jadeando, gimiendo, casi se retuerce. Alcanzo y acaricio sus pechos, y sigo con el movimiento de mi otra mano en mi capullo… necesito correrme, así que aplico la intensidad y el ritmo que sé que me me llevan al orgasmo definitivo… me miras, te miro, y en ese momento me derramo entre espasmos y gemidos sobre los pechos de A.
Tus ojos brillan pícaros y sé qué es lo que quieres que haga. Tu no has dejado de lamer el sexo de A ni un segundo, y ella está a punto. Me agacho, y comienzo a lamer sus pezones. Uno, el otro, alcanzo los restos de mi semen, como sé que te gusta, lamiendo la suave piel de sus pechos, e incorporándome, me acerco a besarla… y en ese momento, sin separar sus labios de los míos, estalla en jadeos y gritos apagados por mis labios.
Te incorporas, me besas, le besas, me abrazas y me susurras, “¿te gustan nuestras compras?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario