Recibo un WhtasApp a la salida del trabajo:
“He quedado con A y nos hemos ido a hacer unas compras, ¿vienes a casa a ver como nos sientan?”.
No dudo un instante. Te respondo que sí y salgo volando hacia tu casa. Por el camino pienso que preferiría verte a solas, pero mejor así que nada.
Me recibís tú y A. A ella no la conocía, aunque me habías hablado muchas veces de ella. Le doy dos besos y a ti uno largo en los labios. Me retiras por deferencia hacia A, y de la mano me llevas al salón, donde espero a que vengáis con los diferentes modelos puestos.
Venís con un pantalón ajustado y una camisola escotada cada una, que os quedan genial.
“Estáis espectaculares las dos”
“Espera a ver los vestidos”
Desaparecéis unos minutos y reaparecéis con unos vestidos cortos y ajustados que me cortan la respiración.
“Estáis para comeos…”
Os reís y preguntas…
“No lo dirás en serio. Mira que nos dejamos…”
“No me tientes, que con esos vestidos me habéis puesto a mil”.
Os echáis a reír, os miráis pícaras y me dices que aún queda algo más.
Os retiráis, no dejáis de reír entre vosotras, y reaparecéis de nuevo a los dos minutos, esta vez sorprendiéndome del todo.
A te trae de la mano, tu desnuda, y esta vez me dice:
“Venga, ¿no tenias hambre?, come”.
Te acerca, y te sientas a horcajadas sobre mi. Me besas y respondo a tu beso. Mis manos recorren tu espalda, y agarran tus glúteos. Nos estamos besando como si estuviésemos solos, casi olvidando que A nos observa. Yo no puedo dejar de acariciarte, de recorrer con mis dedos el surco de tus glúteos, separarlos y buscar tu incipiente humedad.
Me separo de tus labios y bajo a tus pechos… necesito tenerlos entre mis labios, los succiono, juego con tus pezones en mi boca, con mi lengua. Tu echas la cabeza hacia atrás, y entonces veo a tu amiga. Se muerde un labio, se acerca a ti, y comienza a besarte. Yo creo morirme de gusto con la visión que me regaláis. A acerca una mano a tus pechos y compite un poco con mis labios, mientras me dejáis ver como vuestras bocas se funden y tu comienzas a frotarte con fuerza con el descarado bulto de mi pantalón.
Vuelves a mi, mientras A no deja tus pezones tranquilos.
“¿Quieres más?”
A se acerca y me besa. Tu te retiras y desabrochas mis pantalones, liberas mi miembro duro y excitado como nunca. Siento tu deliciosa lengua recorrer toda su longitud, desde los testículos a mi glande, de esa forma que sabes que me encanta y me vuelve loco.
Te dedicas a mi un rato, pero casi coordinadas, A deja de besarme y tu comienzas a masajear mi verga con la mano mientras comenzáis a besaos de nuevo vosotras vosotras.
Y entonces, por un momento, temo estar sólo soñando…
Y quizás, si no es un sueño, podré continuar contando lo que pase esta deliciosa tarde…
No hay comentarios:
Publicar un comentario