¿Para qué si lo que quiero es que me desees y me esperes como yo te deseo y espero a ti?
No puedo poner un título a las caricias imaginadas, realizadas y recordadas. No puedo resumir las horas de roce, de placer, de sensualidad, de besos, de gemidos y de goce en un título.
No puedo pensar porque te tengo en mi cabeza, desnuda, limpia, perfumada, suave, ansiosa, y veo y siento tus besos y tus caricias, y me recorre un temblor, y me excito, y no puedo dejar de desearte ni un segundo mientras escribo.
Hoy, a mis ansias por ti, no les puedo poner título.
