Me gustaba tu mezcla de timidez y de pasión, que te llevaba a apenas mirarme a los ojos cuando devorabas mi polla y a la vez a beber hasta la última gota de mi semen cuando me corría, a apenas hablar pero a agarrar mi mano para que te follase con un dedo tu vagina húmeda unas veces y tu culito hambriento otras.
Me gustaba sentirte abierta y escucharte entre jadeos y susurros: "por favor, no me folles todavía... quiero sentir tu polla en mi clítoris".
Me gustaban aquellas largas tardes...
