Ella le siente asomarse.
Le deja escuchar, ver, incluso oler su placer.
Ella comparte con el cada movimiento y jadeo.
Le deja disfrutar de tan bella visión del sexo.
Ella se abandona, sabiéndose observada.
Le deja que se acaricie excitado.
Ella explota en un orgasmo largo y delicioso.
El la adora, la desea, y sólo piensa en cómo volverla a ver gozar. Porque el placer de ella, es el suyo.
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