viernes, julio 24, 2020

A, B, C (III)

Un café con A

“He quedado con A en su casa para tomar un café, ¿te vienes?”

No lo dudo un segundo.  Termino cuatro asuntos en la oficina y salgo hacia la dirección que me acabas de enviar en un mensaje.

Llamo a la puerta y me abre A, me da dos besos, me toma de la mano y me lleva hacia el salón.  Tu te levantas del sofá, y mientras nuestra amiga trae las cosas de la cocina, tu me das un beso, uno de esos largos y húmedos que me encantan y me excitan.  Al separarte me susurras “tenía ganas de verte”.  

A se sienta en el sofá, tu te acomodas junto a ella y yo en un sillón frente a vosotras. Las dos estáis preciosas: tu llevas una falda larga y una blusa clara, y A un vestido corto, de esos cómodos para ir por casa.

Preparamos el café, y comenzamos a charlar de asuntos banales:  trabajo, el día a día, la casa… pero tras unos minutos, y después de aquella tarde de compras, la conversación viró a lo vivido aquel día.

Mantenemos la compostura, pero a los tres nos excitan la conversación y los recuerdos:  reconozco tu mirada excitada,  A ser revuelve nerviosa en el sofá y a mi pronto me va a resultar complicado disimular el bulto en mi pantalón.

– “Fue delicioso” os comento.

– “¡sí! ¡Mucho!”, me contestas, “pero ¿qué es lo que más te gustó?”.

Me planteo contestar a la gallega con un “¿y a vosotras?”, pero me quedo pensando unos instantes antes de contestar.  Las dos me miráis curiosas, tu mordiéndote un labio, te incorporas un poco y te acercas a A mientras esperáis mi respuesta.

– “Me gustó cada minuto, pero me pareció muy morboso veos interaccionar a vosotras dos”.

Os miráis y os echáis a reír, A se acerca a ti y pasa un brazo sobre tus hombros mientras me dice:

– “Así que te gustó ver a tu chica con otra mujer, ¿no?”

Asiento con la cabeza mientras contesto:

– “¿como no me iba a gustar ver a dos bellezas como vosotras juntas?  Es un verdadero regalo poder disfrutar de semejante visión”.

– “Pues si ella quiere…” contesta A traviesa posando la otra mano en tu rodilla.

Tu y yo nos miramos. Pareces un poco sorprendida pero excitada. Sin dejar de observarte, contesto:

– “Si tu quieres, me encantaría”.

Tu ríes nerviosa, y me contestas:

– “Uffff… pero, ¿nos ayudarás un poco?  Quiero saber qué deseas que hagamos”.

– “De momento yo me quedo observando, pero ya tardas en besar a A… el resto ya irá surgiendo”

Te giras hacia A, que te mira expectante y aprovecha la mano que tiene sobre tu hombro para acercarte a ella.  Sin titubear, te besa; respondes abriendo tus labios y acogiendo el roce de su lengua en ellos. Os abandonáis a un beso largo, mientras vuestras manos comienzan a explorar: la tuya se acerca a su vientre y asciende hacia los pechos, tímidamente, acariciándolos por encima de la tela del vestido, mientras la de ella, busca el contacto con la piel de tu pierna y comienza a recorrer tu muslo, exponiéndolo  poco a poco.

Permanezco quieto, mirando.  Es deliciosamente excitante observar vuestros movimientos. Vuestras caricias van tomando un cariz cada vez más excitante, buscando el contacto con la piel bajo la falda, bajo su vestido…

– “Podríais ir quitando obstáculos” os sugiero.

Te giras hacia mi con mirada pícara y me contestas algo que me excita aún más:

– “Sabes que te deseo y no te vas a librar, al menos de mi, cuando termine con A”.

Sé que te excita tremendamente el que te esté mirando.  Disfrutas de A para ti y para mi, dejándote llevar por una situación que es muy excitante para los dos… para los tres.

Te incorporas y te quitas la falda bajo nuestra atenta mirada.  No pierdes mucho tiempo:  dejas caer tu braguita, desabrochas tu blusa y tu sostén, y te quedas completamente desnuda para nosotros. A parece ansiosa por seguir besándote: te sujeta para que te sientes en el sofá, besa tus labios de nuevo y comienza a recorrer tu cuello con los suyos, bajando en búsqueda de tus pechos.  Por un momento siento envidia cuando sujeta tus pezones entre sus dientes y juega con ellos con su lengua mientras con su mano busca el calor de tus muslos y la humedad que se adivina en tu entrepierna.

Ahora es ella la que se levanta, se quita el vestido y queda desnuda ante ti. Mientras, recostada en el sofá, acaricias con una mano tus pechos y con la otra juegas con la humedad de tu sexo. Con A ya desnuda, tomas su mano y la diriges para que se siente a horcajadas sobre ti.  Ahora eres tu la que tiene sus pechos a la altura de los labios y dedicas un buen rato a lamerlos, besarlos, morderlos. Ella responde echando la cabeza hacia atrás y acelerando la respiración mientras sujeta los tuyos en sus manos, pellizcándolos suavemente.  Tus manos recorren sus nalgas, las separan, y recorres descarada el surco entre ellas buscando desde atrás pliegues con los que ir jugando.

Mi excitación acompaña a la vuestra.  Me está empezando a resultar molesta la opresión de mi polla dentro del pantalón, y poco a poco, sin apartar ni un segundo la mirada de vosotras, voy quitándome ropa mientras vosotras seguís absortas en vuestros juegos, cada vez más entregadas a vuestro placer.

Me vuelvo a acomodar en el sofá, ya desnudo.  Mi verga está dura, y cuando mi mano comienza a acariciarla, A se levanta, te coge las piernas y te tumba en el sofá para acomodarse entre ellas.  Acaricia tus muslos. Tú la miras pícara y lames tus dedos húmedos y llenos de sabor a su sexo, momento en el que ella se lanza a tu clítoris, excitada y sedienta de ti.

Mi glande húmedo tiembla bajo la caricia de mi mano a la par que tus sexo abierto acoge las caricias de la lengua de A.  La observo subir, bajar, explorar, allí hundida mientras sus manos no dejan de acariciar tu vientre y tus pechos, y tu cara y jadeos delatan lo delicioso de las sensaciones que te transmite.

Entre gemidos intuímos tu primer orgasmo, pero ella sigue allí, sin dejar de lamerte.  Los dos sabemos que puedes y deseas más, mucho más.  Coges la mano de A que está en tus pezones, te incorporas un poco y comienzas a lamer sus dedos.  Los lames, los introduces en tu boca, los chupas.  Quieres algo más, y cuando la sueltas, A sabe qué tiene que hacer: esa mano va directa hacia tu vagina, y los dedos húmedos comienzan a explorar su interior, acompasando los movimientos con los de su boca.

Me incorporo un momento entre dos orgasmos tuyos, y me acerco a besarte, lo necesito.  Intentas tocarme pero no te dejo. Sólo quiero que disfrutes.  Agachado junto al sofá, besándote, A acelera los movimientos de sus dedos y lengua, te siento comenzar a temblar y explotast en uno de esos orgasmos largos e intensos que te dejan por unos instantes agotada.

Nos quedamos los dos mirándote, nos sonríes, me miras y te digo:

– “A creo que se merece lo mejor de ti”.

Vuelvo a sentarme en el sofá, con un ademán me señalas tu bolso casi a la vez que te incorporas y te lanzas a besarla.  Lames su cara llena de tu humedad, y ahora, la tumbas y le devuelves las atenciones que ella te dió.  Estás ya entre las piernas de A, la devoras y saboreas una excitación intensa que hace que inmediatamente comience a jadear. Sigo masturbándome despacio, saboreando mi placer y el vuestro, si quitar ojo de la deliciosa escena.

A no tarda en correrse, asciendes besando su vientre, juegas con sus pezones en tu boca, os besáis, y vas deshaciendo el camino de nuevo hacia su sexo, donde vuelves a desencadenar jadeos y movimientos de placer en ella.

Recuerdo tu bolso y me acerco a el, lo abro y, tal como me suponía, allí tienes alguno de tus juguetes.  Rebusco un poco y encuentro tu plug.  Al verte así agachada entre las piernas de A, el culete en pompa, no lo dudo. Tomo un poco de lubricante y me coloco detrás tuyo.  Comienzo a recorrer con mi lengua el surco entre tus nalgas, y paro en tu delicioso ano unos instantes.  Luego aplico un poco de lubricante en la entrada y con un dedo compruebo que estás dispuesta a aceptar la entrada de algo mayor, así que lubrico un  poco más el plug y lo introduzco despacio, poco a poco, hasta que queda perfectamente encajado en ti.

Vuelvo a retirarme, empalmado.  Te noto más agitada:  te ha excitado más mi incursión.  Pero voy de nuevo al bolso y saco tu arnés doble, pero me espero al incipiente orgasmo de A, no quiero interrumpir nada ahora.

Vuelvo al sofá, me siento con el arnés en una mano, mientras con la otra vuelvo a acariciar mi capullo, cada vez más tenso y húmedo.  En ese momento A estalla en otro orgasmo, de esos intensos y deliciosos que la dejan tumbada jadeando, sudorosa, plena.

Vuelves a ascender, y la besas.  Os giráis hacia mi.  Os observo sin dejar de acariciarme, masturbándome despacio, y estiro la mano con el arnés y os sugiero:

-”¿Jugáis un poquito más?”

A se levanta como puede, da un brinco y toma el arnés de mi mano, te mira pícara y te pregunta:

-”¿puedo?”

Asientes con la cabeza, riendo, y A comienza a ajustarse el arnés: una pierna, otra, y la parte que encaja en su vagina comienza a introducirsela despacio, mirándonos con cara viciosilla, y jugando un poco a introducirlo y sacarlo, follándose para nosotros que miramos embobados.

-”¿Como quieres que la folle?” me pregunta A

-”Túmbate, quiero verla a ella encima moverse sobre ti”

A se tumba, y tu, encima de ella, comienzas a penetrarte conlala reluciente polla de plástico que sobresale de ella.  Poco a poco te llenas, y comenzáis a moveos, despacio primero, pero conforme os invaden las sensaciones, la velocidad va en aumento.  

A mueve sus caderas y tu cabalgas cada vez más enloquecida por la situación y el placer.  Yo no puedo dejar de mirar y de masturbarme mientras os siento jadear, gemir.  Tus dedos buscan tu clítoris y te estimulas mientras que la presión del juguete en el de A hace que los gemidos se vayan transformando en gritos cada vez menos disimulados.

Observo, me acaricio, y me da la sensación de que se os suceden los orgasmos a una y a otra, mientras vuestros cuerpos sudorosos tiemblan de placer y morbo, hasta que vuestros gemidos delatan un orgasmo final que os deja agotadas, vuestros cuerpos todavía fusionados por el arnés, convulsionando levemente de placer.

En otras circunstancias, haría rato que me habría corrido, pero quería ver toda la escena antes de dejarme llevar.  Cuando os volvéis a mirarme, recostado en mi sillón, acelero ligeramente el movimiento de mi mano, aumento un poco la presión en mi resbaladizo glande, y exploto en un orgasmo que llena mi vientre de semen y mi cuerpo de placer.

Os levantáis, y os acercáis a lamer mi piel.  Con la boca llena de sabor al sexo de A y a mi semen, me besas. Luego me besa A mientras nos levantamos y esta vez nos recostamos los 3 en el sofá.

-”¿os ha gustado?” les pregunto.

-”Sí, pero aún queda tarde…. y no vas a quedarte todo el rato mirando” me contesta A. 

Y mientras ella se va a preparar algo de comer, tu y yo nos quedamos descansando abrazados en el sofá.



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